La fecha llegó y como
siempre, la semana anterior, tenemos ansiedad, expectación y un poco de
nerviosismo. Era la oportunidad de bajar
mi tiempo que tanto anhelo, estar por debajo de las 2 horas, ya en el anterior
MM había estado muy cerca de lograrlo, solo 44 segundos me faltaron, pero en
fin, era tiempo de divertirse y disfrutar una carrera más. Sería para mi, el noveno Medio Maratón,
después de haber comenzado a correr en octubre de 2010.
Llegamos, como siempre,
una hora antes de la hora de salida, es decir a las 7 de la mañana, es
motivante ver la llegada de todos los corredores y corredoras, como van
estirando, calentando y preparando todo para la señal de salida.
El momento llegó, según
dicen los que saben, poco más de 1500 corredores y corredoras, estábamos listos
y listas para empezar la aventura una vez más. ¡Pum! El sonido se escucho y
comenzó el movimiento entre tanto cuerpo pegado al tuyo, risas, gritos, saludos
y porras se oyen en los primeros metros de la carrera, todos vamos muy
contentos, todos queremos platicar, todos queremos animar, todo queremos
terminar esta aventura que va comenzando.
Los primeros tres
kilómetros y el primer puesto de hidratación aparece. Me vuelvo a dar cuenta, como en MM
anteriores, que voy muy rápido para mi ritmo promedio, debo bajar el ritmo, voy
a necesitar esa fuerza y energía para los últimos kilómetros, pero me fue muy
difícil bajar el ritmo, no aprendo, debo tener mayor concentración en esos
primeros kilómetros. Al llegar al kilómetro 7 sigo con paso muy rápido,
insisto, a como estoy acostumbrado, el sol empieza a sentirse en el cuerpo,
pero seguimos disfrutando la carrera, hablando con la gente, animando a los que
nos están viendo para que nos tiren porras, las necesitamos, no es mucha gente
en el camino pero siempre se tiene gente al lado de uno.
Llegamos al kilómetro
10, menos de una hora, está bien el tiempo, pero me temo que me estoy gastando
la energía que necesitaré más tarde, comienza la cuesta de 2 kilómetros de
largo, siempre atemoriza, pero la avanzamos y terminamos con un “Jesús en la
boca”, la recompensa es que viene bajada, tiempo para descansar, aunque ya a
esas alturas se siente igual, me siento un poco cansado, cansancio que no se me
va a quitar nunca más. Bajamos por la avenida
principal de la ciudad (Av. Juárez), la gente nos anima, nos dice que ya falta
poco, que no nos detengamos, incluso, mi hija Timna que me acompañaba en bicicleta
la animan para que también corra, que se baje de la bici. Se siente uno contento por lo que está
pasando, pasamos por el hidrante de bomberos y es tiempo de refrescarse.
Kilómetro 15, faltan
sólo 6 más, pero empiezo a sentir que me estoy acabando, ya no me importa el
ritmo, lo que me importa es terminar ya sin importar tiempo ni ritmo, para esos
momentos sabía que bajar de las 2 horas era ya imposible, por lo tanto,
concentrarme en terminar y terminar bien.
Bajé por momentos considerablemente el paso, unos se paraban, pero yo me
decía a mismo, no, tú no te paras, solo baja tu paso y después aumenta, eso fue
lo que hice en los últimos kilómetros.
Los últimos dos
kilómetros, del 19 al 21, es puro corazón, el olor de la meta se empieza a
sentir, en el kilómetro 19.5 aproximadamente, la meta se avizora, ya la tenemos
a la vista, juntamente con el mar al lado izquierdo nuestro, ahora habrá que
llegar a ella. Para esos momentos los
síntomas de calambres aparecen en mi muslo (chamorro) izquierdo, le echo agua
fría y me ayuda mucho, pero un dolor muscular arriba de la rodilla, en la
pierna izquierda, empieza a hacer su efecto, me duele mucho, pienso que me ve a
detener, pero al volver a ver la meta, la mente te dice que no te detengas,
sigue adelante y comienza el último kilómetro, es tiempo de agradecer todo lo
que ha sucedido, es tiempo de reconocer que todas las desmañanadas han valido
la pena, la gente te anima, sientes la gloria, la adrenalina está al cien por
ciento, mi hija me dice: “ya la hiciste papá, solo unos metros más, vamos”,
palabras celestiales seguro. La meta frente a mí, el cronómetro marca 2.14.44,
dos horas, catorces minutos y cuarenta y cuatros segundos, mal tiempo, pero, eso sí, un
Medio Maratón más para mi vida. Estoy
contento, me siento SuperMan, lo he logrado una vez más, comienzo a pensar en
el que sigue,
Solo tengo gratitud a
Dios, a la vida, a mis amigos y amigas, a mi gente, que cercanos y no cercanos
me acompañan en estas aventuras. Mi familia que me apoya va mi gratitud a
ellos. No superé mi marca, hice mal
tiempo, pero me llevo mucha enseñanza que me ayudará en mi vida y en la
siguiente carrera, el cual será el 27 de julio en Tijuana, Baja California, que por cierto, ya estoy inscrito con el número 119.
#DevorarKilómetros
#CorrerMeHaEnseñado
#LaNeta
Quién me acompaña, por segunda vez, en esta carreras, es mi amigo Jorge González.